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Las fiestas “alla italiana”. O a la argentina, en Italia.

PARTE I: Calendario del Adviento – El pino

Sólo considerando el clima en el que se celebran las tradicionales fiestas de fin de año, se podría pensar que la Navidad e il Natale son, o deberían ser, dos celebraciones completamente distintas: Navidad en Argentina, en pleno verano; Natale en Italia, en pleno invierno. En Argentina en malla y ojotas, y aquí con tapado, gorro, guantes y muchas veces, con nieve hasta la nariz.

Sin embargo, muchas de las cosas que hacemos, decimos y… ¡comemos!, aquí y allá, son iguales. Armamos el arbolito, los más tradicionales lo hacemos el 8 de diciembre, preparamos el pesebre, festejamos el 24 (aunque en Italia, no todos festejan “la vigilia”), y el 25. Nos intercambiamos regalos. Nos reunimos en familia, y muchas veces con esos familiares lejanos que vemos “sólo en Navidad”. En italiano: Natale con i tuoi, Pasqua con chi vuoi. Navidad con la familia, Pascuas con quien quieras.

Bueno, de cada uno de esos gestos que todos los diciembres repetimos, sin importar si festejamos acá o allá, te cuento detalles. Para que veas las pequeñas diferencias, entendamos la historia y valoremos las tradiciones.


Símbolos, fechas, decoraciones… y otras yerbas.


Il Calendario dell’Avvento

Empecemos por el primer actor de este período (pues aparece el 1 de diciembre), y una novedad para los argentinos: il calendario dell’Avvento (calendario de Adviento). Es un calendario con los números del 1 al 24, representando cada día de diciembre, desde su inicio hasta Navidad. Puede ser hecho en cartón, con una “ventanita” para cada número, al interno de la cual haya espacio para “esconder” alguna golosina u objeto de pequeñas dimensiones. O puede ser un panel de tela, con un pequeño bolsillo para cada día. Existen muchísimos modelos, de formas varias, para llenar con las sorpresas que más nos gusten: desde pequeñas bolsitas numeradas y colgadas como guirnaldas, hasta verdaderos mueblecitos con cajones a tema navideño. Se pueden comprar en los supermercados ya confeccionados, con chocolatines incluidos (de las más variadas marcas de chocolate). Y por qué no, realizados a mano, o como dicen en Italia: “fai da te”, si nos sobra creatividad e inspiración. El objetivo es que cada día, los niños de la casa, retiren la “sorpresa” escondida en el contenedor que corresponde a ese día. Un modo divertido de contar los días hasta Navidad.

Pero ¿de dónde viene esta costumbre? El primer calendario de Adviento surge en Alemania en 1920, donde ya existía la tradición de preparar, para los niños, 24 pequeños paquetitos que eran abiertos, uno al día, desde el inicio de diciembre hasta el 24. Fue Gerhard Lang, un editor protestante, originario de Maulbronn (Alemania), quien por primera vez, preparó un calendario con un dibujo para cada día. Al año siguiente, 1921, introduce el detalle de las “ventanitas”: abriéndolas, aparecían ángeles o pequeños Niños Jesús, para recortar o ensamblar. Con el tiempo, se agregaron los chocolatines y dulces.

Debo admitir que, para manejar la ansiedad de los más pequeños y que entiendan cuánto falta para Navidad, es una estrategia que funciona.

Y es además divertido: cuando mis hijas eran chiquitas, un año les organicé un calendario con “búsqueda del tesoro”. Y ahora que están más grandes, además de chocolates, aparecen bromas, chistes, y algún regalito original.

¿Una curiosidad más? La idea de los calendarios del Adviento no ha conquistado sólo a los más pequeños. Existen edificios decorados como calendarios. Tal es el caso de la librería Mondadori, en la Piazza del Duomo en Milán, que todos los años transforma la fachada en un enorme calendario del Adviento: cada una de sus ventanas representa un día de diciembre.

En los últimos años han parecido calendarios para adultos: los llamados “calendarios alcohólicos”, con una pequeña botellita de vino para cada día que precede la Navidad. O calendarios que regalan artículos de perfumería, comida, artículos para la casa. Como ven ¡hay para todos los gustos!


L’albero di Natale

El pinito, en Italia llamado albero (árbol) de Navidad, es una tradición difusa en toda Europa, que tiene orígenes en los países del norte de este continente (la ciudad de Riga, en Letonia, es una de las que se proclama la primer ciudad en haber armado un pino “de Año nuevo”, ya en 1510). Italia no es una excepción, y en diciembre es común ver arbolitos navideños en casas y comercios. A diferencia de Argentina, aquí aún permanece viva la habitud de utilizar árboles verdaderos (pequeños pinos o puntas de pinos), aunque son siempre más los que optan por las versiones artificiales. Las dos opciones tienen sus pro y sus contra. Y en los dos casos, son las decoraciones las que se roban todas las miradas.

En cuanto al armado, en Italia como en Argentina, las familias que siguen la tradición lo hacen el 8 de diciembre, fecha en la que se conmemora “la Inmaculada Concepción”. Con dos excepciones importantes: los “milaneses” lo hacen el 7, el día que se celebra el Santo protector de la ciudad, San Ambrosio. Y en Bari, el lugar que custodia los restos de San Nicola, el 6: es la fecha en que se conmemora la llegada de los restos del Santo a la ciudad y en la que se lo celebra. En mi casa, el 8 de diciembre sacamos las cajas con decoraciones navideñas, compramos el pino si aún no lo hicimos (religiosamente verdadero), y al ritmo de cuanta canción navideña encontramos (con los años, la recopilación se hace cada vez más rica) se decora desde el pino hasta la puerta de ingreso, pasando por los balcones y la cocina, toda la casa.

Hablando de decoraciones pero a nivel comercial, como en Argentina, aquí tampoco las fechas son tan estrictas. En general, para fin de noviembre, casi todas las vidrieras de cualquier negocio que se precie ya son a tema navideño. Y muchas de ellas incluyen, por supuesto, el arbolito. Casi todos los municipios italianos colocan un pino en algún lugar representativo de la ciudad (en Milán, en Piazza Duomo, frente al ingreso a la Catedral). En cuanto a la variedad, como con casi todo en Italia, il Natale no es una excepción. Hay versiones verdaderamente maravillosas.

Personalmente, adoro las vidrieras de algunas confiterías que realizan verdaderas “escenografías” navideñas… ¡comestibles! Imperdible el pino de navidad que Swarovski decora con sus cristales, en la tradicional Galleria Vittorio Emmanuele de Milán. Siempre es un placer para los ojos (para las billeteras mucho menos) pasear por los casi trescientos metros de la via Monte Napoleone, la calle que reúne las famosas casas de Alta Moda italiana en Milán, admirando sus vidrieras. Pero es un verdadero espectáculo hacerlo en el período de las fiestas.

Un capítulo aparte lo merecen las luminarias de las calles. A pesar de que, en los últimos años, a raíz de las sucesivas crisis, las iluminaciones a tema natalicio han perdido algo de “brillo”, siguen siendo una atracción tradicional, y algo nuevo para los ojos argentinos. En general, en las calles más importantes de las ciudades más grandes, se colocan decoraciones luminosas que las atraviesan de lado a lado, y cuyo efecto es verdaderamente impactante. No nos olvidemos que en diciembre en estas latitudes ya oscurece a las 16,30 y los negocios permanecen abiertos hasta alrededor de las 19:30. Aunque sea de noche y haga frío nadie se queda en casa, sobretodo ¡en periodo de shopping natalicio!

Como verás, inicia diciembre y hay con qué entretenerse… ¡y sólo llegamos al 8! Todavía nos faltan los regalos, el menú de las fiestas, elegir el vestuario, ¡el pesebre!... entre otras tantas cosas. Preparate, arma el pinito si aún no lo hiciste, que en breve te cuento de todo ello y algo más.




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