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Las fiestas “alla italiana”. O a la argentina, en Italia.

PARTE III: La comida. La vestimenta

Un tema fundamental de este período en muchas familias argentinas y en casi todas las familias italianas es la comida de las fiestas. Hoy te contamos cuáles son algunos de los platos de la tradición natalizia: sin preocuparse por la bikini, no hay límites a ingredientes ni se cuentan calorías. Pero atención a la vestimenta, que a la hora de la foto los colores son importantes.

Si hay algo que en Argentina es unánime, de norte a sur y de este a oeste, es el festejo de la Navidad. Se inicia con la cena del 24, previo paso por la Iglesia los creyentes, y se sigue con el almuerzo del 25. En cuanto a la comida, la propuesta en general depende de las tradiciones de cada familia. No hay “un” plato que se pueda definir típico y/o tradicional de las fiestas. A menos que hablemos de los dulces. Sí, pues a pesar de que con los años la comida ha ido variando para adaptarse a un “detalle” no menor (el calor), cuando llega el momento del brindis, las mesas de cualquier casa de Argentina y de Italia, son prácticamente iguales. Se ve que, al momento de festejar, las costumbres y tradiciones que nuestros ancestros trajeron del Viejo Continente fueron siempre más fuertes que el calor de diciembre.

¿Y en Italia? Pues, como siempre, las cosas aquí son un poco más variadas: el momento más importante del festejo no es el mismo en toda la península. Así, aunque las costumbres son mucho menos rígidas que en el pasado, en general en el Centro y Sur de Italia se inicia el 24 con il Cenone della Vigilia (la gran cena de la Vigilia). En cambio en el Norte es obligatorio il Pranzo del 25 (el almuerzo del 25) y a la cena del 24 (en muchos casos, cada uno en su casa) se la llama “di magro”: una cena “liviana”, muchas veces a base de pescado, ¡en preparación de la comilona del día siguiente! Sea el festejo principal el 24 o el 25 (o ambos), en todos los casos están presentes, al finalizar la comida, los mismos ingredientes y dulces que en Argentina: desde las frutas secas hasta el panettone o Pan Dulce (versión argentinizada del clásico italiano), pasando por turrones y chocolates. Bueno, los mismos mismísimos no, pero casi, y ya veremos por qué.

Una de las diferencias importantes en estas fechas, entre Argentina e Italia, es que aquí, aún cuando se festeja la noche del 24, las celebraciones terminan, a más tardar y en algunos casos, poco después de la medianoche. Olvidensé de la larga sobremesa hasta la madrugada (para los menos jóvenes) o de disparar para la disco apenas terminado el brindis (los más jóvenes). Y menos aún, salir de recorrida por la casa de los amigos o recibir a los que llegan para el saludo.

Otra distinción es que en la penisola también el 26 de diciembre es feriado, festejando a Santo Stefano (San Esteban). Y aunque esta fecha no es tan importante como el 24 o 25, no pasa desapercibida. Así es que, si son primerizos en suelo italiano para estas fiestas, vayan preparando su estómago, que tiene que aguantar ¡hasta el 26!

Pero ¿qué es lo que se come en estos días? La lista, se imaginarán, sería larguísima, pues como siempre, cada zona geográfica tiene sus platos tradicionales. Así que les daré un pantallazo general, contándoles de las comidas más elegidas, las más curiosas, o típicas.

Para quienes festejan la Vigilia, muchas veces la cena es a base de platos con pescados. Uno de los más difusos en toda Italia es el bacalà (bacalao) acompañado por polenta o en salsa, por ejemplo en Veneto, Lazio o Emilia Romaña. Otra opción es el capitone, la hembra de la anguila mediterránea. Se la consume pues siendo similar a una serpiente, simbolizaría el triunfo de los hombres contra Satanás, quien asume justamente esta forma para tentar a Eva. Se lo propone en Lazio, Campania y Emilia Romaña, entre otros lugares. Infaltable el salmone affumicato (salmón ahumado), que llena las góndolas de todos los supermercados en este período. Y apreciadísimos los gamberoni argentini (langostinos argentinos), un lujo que algunos se conceden sólo para las fiestas, dado su costo.

Una alternativa presente en casi toda Italia, a veces en la Vigilia y otras en Navidad, es la pasta rellena (preferentemente fatta in casa) en los más variados formatos y es común prepararlos in brodo (en caldo). Así encontramos agnolotti en Piamonte, tortelli en Emilia Romaña y Lombardia, cappelletti en Marque, ravioli en Liguria y Cerdeña, por dar algunos ejemplos. En cuanto a carnes, se va desde el bollito (diversos cortes de carne hervidas) en Piemonte, Lazio, Toscana o Lombardia, hasta agnello (cordero) en Abruzo y Puglia o el llamado abbacchio en Roma, pasando por el cappone (capón, o pollo castrado) al horno o relleno, en Lombardia, Toscana, Umbria y Campania, capretto al forno (cabrito al horno) en Alto Adige y Campania, y la trippa (mondongo) en Friuli. Tampoco faltan le minestre (las sopas) y verduras de estación. Por ejemplo, en algunas regiones se preparan platos con cardi (cardos), fritos o en sopas, como en Molise o Sicilia, o puntarelle (verdura similar, en gusto, a la achicoria) en Roma.


¿Y para el brindis?

Terminada la cena del 24 y/o el almuerzo del 25, se preparan los dulces para acompañar el brindis, que como decíamos son casi iguales en Argentina. Digo casi, pues si miramos bien, las diferencias las encontramos. Empecemos por el protagonista de la mesa, que, en Argentina, de Norte a Sur y desde los Andes hasta el Atlántico, es el Pan Dulce. Podrá ser distinta la marca, la cantidad y tipo de frutas que contiene, o el tamaño, pero es siempre Pan dulce. Y sin dudas el origen de su receta es netamente italiana. Pues bien, aquí una vez más, cada zona tiene su versión de esta delicia: el Pannetone en Lombardía, el Mecoulìn en Val d’Aosta, la Gubana en Friuli, el Pandolce en Liguria, el Pan d’oro en Veneto, el Buccelato en Sicilia, el Galup piamontés, por mencionar algunos. Todos tienen como base una masa más o menos del mismo tipo, pero alguna que otra diferencia: con variadas frutas o sin ellas, el tipo de masa, etc. Y no sólo. Otro ejemplo es el turrón, o torrone. En Argentina, tradicionalmente, la mayoría de los turrones que se consumen son de origen español, en especial el turrón de Alicante. Aquí, obviamente, tenemos las versiones locales, que por supuesto son unas cuantas: el famoso turrón de Cremona (duro o blando, con almendras y avellanas, quizá el más parecido al español), la cubbaita siciliana (con pistacho en la pasta, y en variantes con naranjas, limón, nueces y hasta cacao), el turrón de Cerdeña (elaborado sin uso de azúcar), el turrón de Avellino y Benevento y el turrón de Bagnara (IGP) y Coloña Veneta. Todos con alguna diferencia en sus ingredientes o procedimientos de elaboración, y cada uno en diversas variantes. En cuanto a las frutas secas, además de las clásicas nueces, almendras, maníes y avellanas, se consumen pistachos, higos secos y dátiles (provenientes de Túnez). Y si hablamos de chocolates, la variedad es muy amplia. Sólo como ejemplo, les menciono mis preferidos: i gianduiotti (típico chocolatín turinés, cuyos componentes son el cacao, el azúcar y la famosa avellana Tonda Gentile del Piemonte), i cremini (también originarios de Turín, son nuestros Marroc) y los Ferrero Rocher (italianos hasta la médula, conocidos también en Argentina). Pero las propuestas y formatos son verdaderamente muchos. No por casualidad, Italia es el segundo productor de chocolate de la UE. Eso sí: a los amantes de los confites y garrapiñadas, les advierto que no siempre es fácil verlos en esta época, pues no son parte de la tradición italiana de las fiestas, sino más bien española.

Si bien las costumbres culinarias son muy respetadas en Italia, en general, y especialmente en este período, son también la ocasión para sacarse un gusto particular, o agregar algún detalle diferente a la cena o almuerzo natalicio. Es que en ayuda del menú de las fiestas (y también de los regalos), son particularmente apreciadas las ferias artesanales, o mercatini, a tema navideño. Se realizan, en general, al aire libre, en parques o áreas dedicadas de las ciudades que los recibe. Los más antiguos y famosos son los que se organizan en el Alto Adige como el mercatino di Natale de Bolzano y alrededores (Merano, Bressanone). Pero hoy por hoy, en casi toda ciudad medio/grande o centro turístico de Italia no falta una exposición de este tipo. En Milán, la Fiera del artigianato (Feria de artesanías) que se realiza en el nuevo centro de exposiciones de Rho y el Obej Obej, en el parque del Castello Sforzesco, en pleno corazón de la ciudad, son dos citas imperdibles para los milaneses. En estas ferias, además de la gran variedad de artesanías, hay stands eno-gastronómicos, con propuestas de alimentos típicos navideños, o de diversas regiones de Italia, para consumo “in situ” o en confecciones especiales para regalar o degustar en casa. Así, se pueden encontrar en una misma feria, el típico speck del Sudtirol, aceite toscano, quesos sardos, vinos sicilianos, panes de Altamura, miel del Piamonte, y turrones de Cremona. E, independientemente de dónde estés y qué tradiciones sigas para preparar tu menú, es fácil encontrar algún ingrediente “foráneo” que lo enriquezca.

Como ven, las atracciones y actividades de este período son muchas y variadas pero no siempre son fáciles de realizar. Porque otra diferencia entre los dos países es que mientras en Argentina los niños ya están disfrutando de sus largas vacaciones veraniegas, los pequeños italianos asisten a la escuela hasta el último día hábil (o casi) anterior al 24 antes de iniciar su breve receso invernal. Digamos que dejan los libros para agarrar las copas, y las sueltan para volver a los libros el lunes siguiente al 6 de enero. Y nada de relajarse mucho, pues el sistema escolar italiano no concibe las vacaciones como un descanso sin deberes (tema para otro post y más de un formulario de protesta). Y si planeamos viajar a Argentina para las fiestas (como en aquellos años dorados cuando el Covid era argumento de ciencia ficción), además de valijas con ropa, hay “valijas con libros y cuadernos para tareas”. Y cuando volvemos, mínimo dos meses de protestas de mis hijas asegurada, porque ellas tienen siempre deberes en vacaciones (invernales o veraniegas) mientras sus primos argentinos ¡nada!

Pero no nos dejaremos amedrentar por estos pequeños detalles, trataremos de acomodar de algún modo mercatini, pesebres, luminarias y regalos, y con el menú preparado, nos vamos a dedicar a la vestimenta. Porque una vez más, de este lado del Atlántico, la Navidad invade todo objeto que puedan encontrar expuesto en una vidriera. Y la moda no es una excepción. Así, podremos admirar, para grandes y niños, desde bombachas, calzoncillos y medias, hasta pulóveres, remeras, pijamas, buzos, gorros, carteras y accesorios como aros, collares, pulseras, vinchas, hebillas, todo a tema navideño y sin dejar de lado las mascotas. Mientras no tuve a mis hijas, nunca le dí mayor peso, me parecía muy americano y un poco exagerado. Pero cuando llegó la prole, tuve que rendirme ante el pedido de alguna prenda o detalle natalicio, ya que es común que los niños (sobre todo, pero no sólo ellos) se vistan a tema durante este periodo. En los jardines de infantes y escuelas primarias, uno de los últimos días de clases antes del inicio de las vacaciones, se organizan le recite di Natale, un pequeño acto a tema de Navidad que incluye compartir un Panettone, por ejemplo, entre toda la clase. Así llegará el pedido de vestir a los más chicos para la ocasión de algún modo especial: “todos con remera roja” o “todos con remera a tema natalicio”. Una linda iniciativa que generalmente deja como recuerdo una hermosa foto de la clase.

Más allá de las prendas a tema, hay que reconocer que los italianos en general dan una especial atención a la vestimenta de las fiestas. Mientras en Argentina nos vestimos más o menos elegantes, sobre todo la noche del 24, pero sin seguir una moda navideña (a lo sumo, se sigue la moda de ese momento), en Italia los colores predominantes de estas fechas son siempre los clásicos colores de la Navidad, como el rojo principalmente, pero también el verde, el blanco y a veces el azul, sin que falten los detalles de dorado o plateado. Y ya que estamos en tema, hablemos de una costumbre que cuando era adolescente cumplía a rajatablas: estrenar la bombacha rosa la noche de la Vigilia. Según me contaron, ese gesto “traía suerte”. Pues aquí, también hay una tradición similar y con los mismos argumentos, pero la bombacha se estrena el 31 y debe ser regalada (y no comprada por quien la usa), rossa (o sea roja), y al día siguiente hay que tirarla. ¡Ah! Y no es una tradición sólo femenina.

A esta altura, estarás pensando que todo lo que se puede (y debe hacer) para estas fiestas está hecho. ¡Pues no! Todavía nos queda la propuesta cultural del periodo, empezando por el cine. Otras de las grandes tradiciones italianas es estrenar, cada año, una película a tema natalicio. Generalmente son comedias, y se las conoce como cinepanettone. Para muchos, es una cita imperdible, un rito más de esta época: ir al cine a ver la “novedad” del año. Aviso: no conozco ninguna película de este tipo galardonada con ningún premio de Hollywood, de Cannes, de San Sebastián, o del festival de Venecia. Y para los amantes del ballet, una propuesta presente cada año, es el famoso Schiaccianoci, o Cascanueces.

Ahora si estamos casi listos: nos falta prepararnos para… ¡la tombola! (la lotería o bingo). Es que en muchas familias, es tradición del 25, este juego. A veces (no siempre), se preparan premios para los distintos logros, que van desde caramelos y chocolates, a “gadget” o pequeños presentes, hasta algún regalo importante. Sin pileta por el frío, días cortos y a veces hasta nieve, una buena manera de entretener a grandes y chicos, y estirar la tarde navideña.


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